Taller 23_Piano

Taller 23

El monumental anfiteatro parecía sumido en un silencio ilimitado, mientras las notas de la brillante sonata en fa menor conseguían un majestuoso esplendor. Sus dedos se multiplicaban sobre el teclado estallando en prodigiosos acordes que promovían los más intensos sentimientos en las decenas de personas que copaban las localidades del enorme recinto. Potentes focos producían destellos en el intenso barniz negro del magnífico piano de cola emplazado en el centro del escenario, sobre una alfombra de profundo color escarlata. La sensación de plenitud que embargaba al anciano concertista, revivía la emoción de tantas presentaciones realizadas en diversos lugares del mundo.
En caprichosas superposiciones, se sucedían en su mente las páginas de la partitura de la obra que interpretaba, con simultáneas visiones estampadas a través de tantos años. Su vida se había volcado plenamente hacia la música y en especial a la ejecución en piano, que había alineado desde niño la vocación de su existencia. No habría podido en ese momento precisar cuántos años, pero eran sin duda muchos, y lo notaba claramente en la piel rugosa de sus manos que, aunque transitaban por el teclado con la agilidad de siempre, acusaban el fantasma de un agotamiento que le resultaba perturbador. Cómo olvidar aquel certamen de iniciados que le dio el impulso definitivo a su carrera de músico, llevándolo a la coronación que ostentaba en el presente.
La música continuaba inundando el espacio de la sala hasta sus últimos rincones. La impetuosa felicidad del maestro parecía multiplicarse al infinito con absoluta libertad, hasta que, con máximo sigilo y tratando de no romper la magia del momento, que se percibía como una profunda ensoñación, la auxiliar del hogar de ancianos entró a la habitación del maestro con las medicinas que lo acompañaban en los días finales de su apasionante existencia.